MIGRAR A FORMAS DE VIDA MÁS RESPETUOSAS DE LOS ANIMALES NO ES UNA UTOPÍA
27 diciembre, 2025Foto: UNAM. En México las sociedades protectoras son las que más han impulsado la reflexión sobre la bioética.
Fuente: UNAM
Los animales no humanos son seres que sienten dolor y placer, tienen mente y pueden aprender, imaginar y poseen recuerdos, incluso son selectivos, sostuvo la profesora de la Facultad de Medicina, Veterinaria y Zootecnia de la UNAM, Beatriz Vanda Cantón.
A esas características se le llama “sintiencia” y les dan un estatus ético, afirmó en entrevista la especialista en bioética animal o zooética, quien añadió que la reflexión filosófica y las ciencias neurofisiológicas han avanzado en el tema desde mediados del siglo XX, hasta lograr investigaciones en la materia y legislación en varios países a favor de su protección.
Desde la década de 1960 algunos filósofos sostuvieron que el ambiente y los animales deberían ser sujetos de una deliberación ética. El australiano Peter Singer publicó en 1975 su libro Liberación animal, que fue el inicio de la bioética aplicada a los animales, a partir de la cual humanistas argumentaron que otras especies eran sujetos de consideración moral. Después de algunos años este razonamiento pasó a la biología y a la medicina veterinaria.
En México fueron las sociedades protectoras de animales quienes impulsaron el tópico sin saber que se llamaba bioética, considerando que otras especies merecían un trato amable, que no debían ser maltratados ni explotados como objetos, lo que después retomó la academia.
Este abordaje incluye a los animales domésticos más cercanos a los seres humanos, como perros, gatos, loros, conejos y hurones. También hablamos de los que están en granjas como vacas, cerdos y pollos; los destinados al trabajo, como burros y caballos; los que crían en laboratorios como ratas y ratones; los usados en industrias de pieles (zorros, armiños) o en espectáculos (delfines, focas, lobos marinos).
Consideró irracional que a unas especies se les proteja y se les ame, mientras a otras se les mata y se les come. Todos los vertebrados, es decir, los que tienen cerebro, médula espinal, cráneo y un estuche óseo que son las vértebras, son seres sintientes y comparten capacidades.
Migrar al veganismo
Para lograr un cambio cultural, recomendó comenzar por el veganismo, es decir, por no comer alimentos de procedencia animal.
Migrar a formas de vida más conscientes y respetuosas no es una utopía, pero es difícil porque hay intereses económicos como la industria de venta de carne y de animales; de espectáculos como la charrería, corridas de toros, carreras de caballos, o los acuáticos donde se explota a delfines, focas y lobos marinos.
La conciencia hacia el cuidado de otras especies incide también en la protección ambiental, pues se destruyen selvas, bosques, manglares y pastizales para que pasten los rumiantes en la ganadería extensiva.
La ganadería es una actividad dañina para el ambiente porque causa devastación ecológica, aniquilación de diferentes hábitats, de vacas y toros que antes de morir liberan, a través de eructos, gas metano que es contaminante para la atmósfera, mientras que sus heces al aire libre generan sulfuros que también son perjudiciales.
El costo de comer, por ejemplo una hamburguesa o bistec, tiene significativa huella ecológica por el elevado gasto de agua, erosión del suelo, alto importe económico y ético.

