EDUCACIÓN JURÍDICA DEBE CAMBIAR, HAY QUE VER AL DERECHO CON MIRADA CRÍTICA

EDUCACIÓN JURÍDICA DEBE CAMBIAR, HAY QUE VER AL DERECHO CON MIRADA CRÍTICA

13 septiembre, 2018 0 Por Rene Davila
Tenemos una Constitución que tiene más de cien años de vigencia.

Los abogados no tienen una sola hora de práctica como requisito curricular.

Hay que salvar la brecha entre teoría y práctica.

Fuente: Ibero

La educación jurídica en México debe transformarse, y lograr que los alumnos universitarios vean al derecho desde una mirada crítica, “la única que puede facilitar los cambios jurídicos que se necesitan para alcanzar una sociedad mexicana más justa, más democrática, menos desigual”, consideró Diego García Ricci, académico del Departamento de Derecho de la Universidad Iberoamericana (Ibero) Ciudad de México.

El quid de ese cambio está en el tipo de docentes que se tienen en los salones, donde convergen profesoras y profesores con formaciones y formas de ejercer el derecho tradicionales; y otros que intentan darle a sus clases una visión crítica a partir del uso de casos o la problematización  de los temas que se tratan en las asignaturas, abundó al  participar en la mesa de análisis ‘¿Qué tipo de abogadas y abogados se forman en las Universidades en México y América Latina?’.

Un área de oportunidad que se ofrece en esta universidad son las asignaturas optativas. “Es ahí donde hemos podido meter materias nuevas, en mi caso derecho a la privacidad, las cuales enseñamos a partir de casos, ya sean diseñados para la clase o bien, sentencias de tribunales nacionales e internacionales”. Otro aspecto, es lo común que es en las escuelas de leyes en México, enseñar el derecho muy ligado al sistema jurídico que se tiene en el país. “Esto nos está presentando retos muy importantes. Tenemos una Constitución que tiene más de cien años de vigencia, que se hizo siguiendo la tradición decimonónica de desarrollar un código político; y al mismo tiempo una Constitución que incluye principios y valores característicos del constitucionalismo europeo de la segunda mitad del siglo XX”.

“Esto vuelve complicadas las labores de enseñanza, pues se cuenta con algunos textos de doctrina que fueron escritos bajo el paradigma del siglo XIX, pero no se puede enseñar sólo a través de ellos, pues en ciertas materias, como las de derechos humanos, se vuelve absolutamente necesario utilizar los casos resueltos por la corte u otros tribunales nacionales e internacionales”.

Enseñar a practicar el derecho

La doctora Guadalupe Barrera Nájera, del Programa Universitario de Derechos Humanos de la Universidad Nacional Autónoma de México (PUDH-UNAM), agregó que a diferencia de muchas otras profesiones de las ciencias y las humanidades, los abogados no tienen una sola hora de práctica como requisito curricular en México. En cambio, en  algunos países de América Latina eso es distinto, con la creación en los años 70 de las primeras clínicas jurídicas, que buscaban aliviar ese problema; algo que no necesariamente se ha logrado. Aunque la brecha entre teoría y práctica en la enseñanza del derecho es una discusión añeja, quizá la cuestión no es salvarla, sino más bien modificar la forma de pensar esa brecha.

Más o menos desde el 2004 hubo en un gran cúmulo de universidades en México, “intentos modestos”, por llevar la práctica a las escuelas de derecho, a través de clínicas jurídicas; pero “creo que gran parte del problema, lo poco que hemos avanzado en este campo, es que seguimos pensando que la práctica es un apéndice de la teoría”. Hay conocimientos que no se pueden verbalizar, que se desarrollan en la observación y en la práctica; una práctica muy concreta y focalizada que permite aprender a hacer algunas cosas propias de la profesión del abogado.

Una buena señal para las y los docentes de derecho es saber que sus estudiantes se sienten capacitados para intervenir a favor de víctimas de violación a sus derechos, tener la certeza de que cuentan con las herramientas no sólo para contemplar el mundo, sino para hacerlo cambiar.

Y algo que ella valora “es que los estudiantes ganen autonomía en el manejo del derecho, que ganen en responsabilidad social,  individual también, que sean capaces de generar empatía respecto a las situaciones en que tienen que intervenir como abogados, y que puedan participar activamente en una comunidad en diálogo en donde se determinen los contenidos de la ley”.