LA GUARDIA NACIONAL Y SU USO POLÍTICO-MILITAR

LA GUARDIA NACIONAL Y SU USO POLÍTICO-MILITAR

6 julio, 2020 0 Por Rene Davila

El Presidente justificó la reforma constitucional para la nueva intromisión militar, en una función pública civil.

Fuente: Ibero

Aunque ha habido un notable esfuerzo por minimizar el cúmulo de argumentos contrarios a la militarización, que dominaron el debate público el último tercio del sexenio pasado, en que se entronizó la función policial castrense (expresada en la extinta Ley de Seguridad Interior), su vigencia se renueva en la medida que el gobierno actual, finca su estabilidad en su peculiar militarismo populista.

La celebración formal del primer aniversario de la Guardia Nacional (30 de junio) y el regodeo presidencialista del triunfo electoral de 2018, dan pauta para identificar las señas de identidad de un cuerpo militar extendido y forjado bajo la tutela del ejército, con definiciones que corresponden en esencia a un cuerpo civil.

Discurso AMLO: confusión retórica y ausencia. Con un presidencialismo ya instalado en los recursos de imagen y propaganda (el Campo Marte como escenario militar por excelencia para celebrar a una institución civil de seguridad pública), la retórica del gobierno impone su versión sobre el origen de la Guardia Nacional con las habituales dicotomías del “antes y ahora”.

De modo falsario el presidente (quien sigue sin recordar el ya no tan nuevo nombre de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, SSPC, que él mismo avaló en la postrer reforma del anterior gobierno), afirmó que había una imposibilidad constitucional de usar las fuerzas armadas, que maniataba al gobierno federal para destinarlas a la seguridad pública, y que sólo tenía como recurso a la policía federal (que por añadidura era “corrupta e ineficiente”).

Con la confusión inducida por los militares mexicanos de equiparar la función de defensa con la seguridad nacional, el presidente, por un lado, justificó la reforma constitucional para la nueva intromisión militar en una función pública civil y, por otro, omite en forma deliberada la actuación militar en los dos sexenios precedentes y para los cuales, la taxativa constitucional y de derecho internacional no impidieron sacar al ejército y la Marina a las calles, con el resultado que todos conocemos.

De igual forma, el presidente ignora la experiencia que significó para los militares el logro de la aprobación de la Ley de Seguridad Interior en 2017 y que la Suprema Corte declaró inconstitucional un año después, justo antes del inicio de su gestión. La afirmación presidencial de media verdad culmina en mentira completa.

A diferencia de las habituales referencias históricas a las que recurre el presidente, en el aniversario de la Guardia Nacional, destaca la ausencia de estos señalamientos que son comunes en las instituciones de seguridad y defensa. Pero es más relevante una reiterada ausencia en la retórica presidencial: la ley y su observancia como guía de comportamiento, y su papel en la conformación eficaz de un Estado de Derecho. Tanto en el discurso inaugural (2019) como en la celebración del primer aniversario, no se encuentran estos referentes y sí, en cambio, las alusiones enfáticas a las virtudes subjetivas que predominan en sus dichos.

La importancia de esta caracterización negativa por las omisiones, radica en el impacto subyacente del mensaje que transmite a los integrantes de la Guardia Nacional, y en la prioridad que para este gobierno tiene la palabra presidencial respecto de sus convicciones subjetivas, antes que las leyes y su observancia como guía institucional.

La única alusión legal que hace, apunta a la Constitución pero, incluso, es denigrante (y grave si nos atenemos al origen de quien la hace), al señalar que era un obstáculo para él (quien, por cierto, antes de ser presidente se oponía al uso militar en tareas civiles de seguridad), por lo cual, era necesario doblegarla con una mayoría calificada en el Congreso, que se logró con promesas que, hoy por hoy, no se han cumplido (como el apoyo a las policías estatales y municipales).

Esta caracterización es preocupante a la luz de las afirmaciones de lealtad solo al presidente y su gobierno, por parte del responsable operativo de la Guardia Nacional…, la lealtad a las leyes no figura en esta ecuación institucional.

Graduación “policial” y alegorías tétricas: San Miguel de los Jagüeyes. 

La corta memoria política y periodística en nuestro país no ha reparado en el recuerdo dormido de la guerra sucia, en la que el ejército jugó un papel preponderante en el asesinato de opositores políticos al régimen, indicó Erubiel Tirado, coordinador del Diplomado de Seguridad Nacional, Democracia y Derechos Humanos de la Universidad Iberoamericana (Ibero).