LA UNIVERSIDAD PERDIÓ PERTINENCIA SOCIAL Y HASTA SENTIDO

LA UNIVERSIDAD PERDIÓ PERTINENCIA SOCIAL Y HASTA SENTIDO

27 junio, 2018 0 Por Rene Davila
En México y EU, los egresados entre los de más alto desempleo.

La función de preparar profesionales empieza a ser inútil o contra productiva.

Lo que hoy  se necesita en el mundo es que aprendan a cooperar, no a competir y ganar.

Fuente: Ibero

La universidad, que había dejado hace tiempo de cumplir su misión histórica, está agotando ya la función que tenía en el capitalismo, en una sociedad aún dominada por el afán de ganancia y lucro, señaló Gustavo Esteva Figueroa, colaborador de la Dirección de Programas de Incidencia de la Universidad Iberoamericana (Ibero) Ciudad de México.

Durante su intervención en el foro ‘Universidad y Movimientos Sociales’, realizado en la Iberoamericana, crítico del desarrollo y del sistema dominante, reconoció que los universitarios todavía tienen mejores salarios en promedio que el resto de la población económicamente activa; pero eso está terminando.

En México y en Estados Unidos, los egresados en los últimos cinco años de las universidades se encuentran entre las categorías de más alto desempleo. Las empresas están ofreciendo empleos cada vez más degradados. No quieren contratar para ellos a los egresados universitarios, porque los saben  “llenos de aspiraciones y que se sienten con todo tipo de derechos”.

La función de preparar profesionales empieza a ser inútil o contra productiva, porque la universidad es muy lenta para cambiar sus programas de estudio, “y no puede seguir el paso del cambio tecnológico y de las necesidades sociales. Se siguen enseñando temas y enfoques que ya resultan enteramente obsoletos”.

Es indispensable modificar a fondo el enfoque adoptado. Uno de los centros de estudios que se considera vanguardia pedagógica mundial, el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés), reconoció que haber enseñado a sus alumnos a ser competitivos fue un gran error. Lo que hoy  se necesita en el mundo es que aprendan a cooperar, no a competir y ganar. Es una actitud que se está extendiendo.

Muchas universidades están cambiando la orientación de su investigación de campo. En lugar de que sus estudiantes salgan a “rellenar los datos empíricos de una caja teórica que diseñaron sus profesores, con  incidencia nula o negativa en la realidad”, se busca ahora que los estudiantes interactúen realmente con los colectivos, comunidades y grupos que visitan, “para responder a las prioridades de aquellos a quienes tienen enfrente y aprendan junto con ellos y de ellos”. Muchas universidades también están intentando dar a los estudiantes de todas sus carreras una especie de tronco común, que los acerque a la realidad actual. Se trata de “que no estén solamente metidos en las sumas y las restas de su profesión específica, sino que tengan una preparación básica sobre el mundo en el que se van a insertar”.

Universidad y movimientos sociales

Aunque todas las universidades importantes del mundo tienen a sus mejores hombres y mujeres tratando de pensar un nuevo paradigma, no lo han conseguido porque lo hacen dentro del marco aún dominante. Para construir algo nuevo tienen que aprender de la gente común, de lo que se expresa en sus iniciativas y sus movilizaciones, que está yendo más allá del paradigma obsoleto.

Curiosamente, los nuevos movimientos sociales (como los indignados en España y Occupy Wall Street), aquellos que son hoy los aliados naturales de la universidad y los que saben cómo caminar junto a ella, acotando juntos los nuevos caminos, no tienen a menudo la forma de movimientos, porque son de nuevo cuño, no se basan en afiliaciones o ideologías ni se caracterizan por marchas o aspavientos.

Pero “son los movimientos que más activamente están resistiendo los horrores de la era que termina, y saben que la mejor manera de hacerlo es construir el mundo nuevo. Más que movimientos, dice Raúl Zibechi (activista y periodista uruguayo), se trata hoy de sociedades en movimiento, y en ellas cada vez más se olfatea la hipótesis del fin de una era. Un sentipensar que se arraiga misteriosamente en la gente común intuye que ha terminado nuestra era, ha terminado ya la era moderna, la era patriarcal y capitalista del Estado-nación democrático”.

Fin del capitalismo

Y con la muerte de la modernidad también acabó el capitalismo; en el sentido de que ese modo de producción ya no puede reproducirse en sus propios términos, es decir, ya no puede basar su operación en la contratación de fuerza de trabajo. Se ha roto la tregua social que daba estabilidad, cuando los trabajadores producían ganancias y los capitalistas empleos, explicó Esteva.

En la actualidad, los trabajadores siguen generando ganancias, pero los capitalistas ya no pueden crear empleos. De ese modo, el modo de producción capitalista se transforma aceleradamente en un modo de despojo, que es hoy la lógica dominante en el mundo. “Un despojo de todas las cosas: de vidas, de suelos, de aguas, de derechos laborales, de condiciones de vida, sustituye rápidamente al Estado-nación democrático, que era la forma política del capitalismo. Se necesitaba la fachada democrática para la operación del libre mercado”.