MERCADO MUNDIAL DE EMISIONES CONTRA CAMBIO CLIMÁTICO

MERCADO MUNDIAL DE EMISIONES CONTRA CAMBIO CLIMÁTICO

13 abril, 2022 0 Por Rene Davila

Foto: UNAM. Realidad ante el incumplimiento de industrias en materia ambiental.

Fuente: UNAM

Al igual que de las profundidades de la Tierra una empresa obtiene carbón que después venderá, la tecnología de captura de carbono directamente del aire posibilita extraer de la atmósfera ese recurso que puede transformarse en mercancía, afirmó el doctor en Estudios Latinoamericanos y candidato a ese grado académico en Estudios del Desarrollo en la Universidad Autónoma de Zacatecas, Ricardo Vega Ruiz.

Sin embargo, ante esta forma de “minería aérea”, hay que preguntarse cuáles son los posibles impactos de la interferencia humana sobre ese espacio del sistema Tierra, que había estado relativamente al margen de la lógica mercantil.

Al presentar parte de los resultados de su investigación doctoral titulada “La mercantilización de la atmósfera. Cambio climático, mercados de carbono y producción de compensaciones”, subrayó: Las sociedades capitalistas han logrado producir mercancías en distintos espacios del planeta. Por ejemplo, los mares (hidrósfera) son utilizados por compañías para obtener los más diversos recursos. De la litósfera extraen combustibles fósiles, y de los bosques (biósfera) las madereras adquieren ganancias. Hasta finales del siglo XX, uno de los sistemas terrestres, la atmósfera, permanecía relativamente al margen de esta lógica.

“Sin embargo, lo que resultaba impensable, producir mercancías literalmente del aire, se ha convertido en una realidad con los llamados mercados de emisiones atmosféricas contaminantes”. Se crearon en el último cuarto del siglo XX en EU, luego de que las industrias contaminantes incumplieran sistemáticamente la regulación ambiental, que en ese entonces se encontraba tutelada exclusivamente por el Estado.

El desacato de los contaminadores que consideraban a la política ambiental del Estado como una “prohibición al crecimiento” económico, convergió con la llegada a la Agencia de Protección Ambiental, de un grupo de economistas que postulaban un nuevo enfoque que buscaba regular los problemas de contaminación, mediante instrumentos mercantiles.

Esta situación originó los primeros experimentos comerciales en materia de contaminantes atmosféricos. Los problemas de contaminación atmosférica causados por la industria y el parque vehicular fueron combatidos a través de esos mecanismos; la consolidación de esta perspectiva se dio con el problema de las lluvias ácidas causadas por dióxido de azufre (SO2).

El gobierno estadounidense creó, en 1995, el primer mercado de emisiones atmosféricas contaminantes en la historia moderna, el llamado Programa de Lluvia Ácida. Consistió en la entrega de una cantidad de permisos de emanación de SO2 a cada empresa, las cuales estaban obligadas a no rebasar las asignadas, “a menos de que acudieran al mercado a comprar permisos adicionales a otra empresa, que sí había logrado ahorrarlos”.

Los países con bosques tropicales, como los de América Latina, participan mediante la captura de dióxido de carbono (el principal gas de efecto invernadero causante del calentamiento global), que esos hábitats realizan de forma natural.

La cantidad fijada es transformada en un determinado número de permisos de emisión, con los cuales el país en cuestión puede acudir al mercado a ofrecerlos a quienes han sobrepasado el límite que se les asignó.

En las naciones desarrolladas, además, surgió una nueva área de tecnología, que replica el funcionamiento de los árboles, llamada captura de carbono directamente del aire. Se han creado “árboles mecánicos” que hacen pasar el aire por un panel que contiene un filtro químico, capaz de fijar el carbono y acumularlo en un depósito.

De esta forma se producen permisos de emisión adicionales, que pueden ser ofertados en el mercado internacional de emisiones de GEI. El problema es qué hacer con el elemento químico capturado, dónde colocarlo; sin embargo, el desarrollo de esta tecnología ha logrado que se utilice en diversos procesos productivos, como aditivo en la generación de cemento para mejorar la extracción de petróleo, fertilizante para elaborar plásticos y crear combustibles sintéticos.