NEUROFARMACOLOGÍA, LA NUEVA ESPECIALIDAD MÉDICA 

NEUROFARMACOLOGÍA, LA NUEVA ESPECIALIDAD MÉDICA 

14 enero, 2019 0 Por Rene Davila
Conferencia ‘Neuroquímica de las emociones’.

Ayuda a regular nuestras emociones.

Esta disciplina tiene por objeto medicar específicamente a los grupos de neuronas que están afectando las emociones.

Fuente: Ibero

Imagine que usted es una persona con anorexia, consciente de que ha dejado de alimentarse debidamente por los conflictos emocionales que la aquejan, y para tratar esta enfermedad ha asistido por años a terapia psicológica, pero sigue sin querer probar bocado. Sabe que su vida corre peligro porque no come, lo que la ha convertido en una mujer u hombre de 1.70 metros de estatura que sólo pesa 40 kilos. Pese a esa amenaza, alguien le recomienda que en vez de ir al psicólogo y al nutriólogo, mejor acuda con un especialista que le dará un medicamento ‘que le dirá’ a las glándulas suprarrenales de su cerebro que dejen de producir adrenalina, y así esta hormona deja de aumentar la cantidad de azúcar en su sangre, lo que le generará un hambre voraz que sólo detendrá si se alimenta.

Esa persona que le ayudará a curar su anorexia deberá tener la especialidad en neurofarmacología (fundada hace 14 años en Venezuela por doctor Fuad Lechín), de la que es cofundador el doctor Eduardo Jahn Segovia, médico internista que acudió a la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, a hablar de esta especialidad, en la conferencia ‘Neuroquímica de las emociones’. Su ejercicio profesional ha adquirido relevancia mundial por integrar la medicina interna con las ciencias básicas en el área de la neurofarmacología, la neuroquímica y la neuroinmunología; interacción que permite una visión más compleja y coherente de la forma en que se organizan distintos sistemas del cuerpo: el sistema nervioso autónomo, el sistema reticular activador y los nervios craneales.

La integración de conocimientos ha permitido un nuevo enfoque de tratamiento, novedoso, eficaz e individual, dirigido a atender tanto las consecuencias de la enfermedad como sus causas o agravantes dentro de estos sistemas gestores de nuestro cuerpo y emociones. Entrevistado luego de su conferencia, por la misma universidad, aclaró:

Toda vez que una persona tiene un agotamiento crónico, por cansancio emocional o por trabajar más de lo que descansa (trabajo intelectual, no físico), es porque a ese trabajo no le corresponde un sueño profundo y reparador que cumpla con todas las etapas del sueño, y por eso la persona acumula un cansancio viejo. Este estrés crónico, producto de la falta de sueño, afecta al sistema nervioso, el encargado de gobernar al cuerpo y a las emociones. Con el agotamiento pueden aparecer cantidad de síntomas, como: cambio en el apetito, voracidad por los carbohidratos, contracturas, sudoraciones, dolores de cabeza frecuentes, colon irritable y crisis asmáticas que, entre otras cosas, disminuyen el rendimiento intelectual, entre ellos el aprendizaje y la creatividad. De modo que el gran enemigo para el buen funcionamiento de nuestros cuerpos y emociones es dormir mal.

Algunas personas tienen condiciones de nacimiento que pueden favorecer o facilitar alteraciones del cuerpo y las emociones. Por ejemplo, hay quienes sencillamente no sienten el cansancio y no pueden dejar nada para mañana, y al tener un pensamiento reiterativo piensan mucho ante el mínimo problema. No sentir el cansancio, que en un momento dado de la vida de una persona puede ser una cualidad, la de sentirse llena de vida, tener una gran capacidad para recolectar responsabilidades y una gran inteligencia, provocará que acumule una gran cantidad de cansancio crónico, que en determinado momento de su vida explotará en forma de crisis, ansiosas o de pánico, o enfermedades como la hipertensión arterial.

La neurofarmacología es la forma consciente y racional de medicar específicamente a los grupos de neuronas que están afectando más o menos específicamente a la persona en sus emociones. Hay un sitio anatómico en el cerebro específico para la acción de las alteraciones de las emociones, que establece también una red lógica de funcionamiento de por qué un síntoma aparece o desaparece, por qué aparece un temor o por qué aparece la hostilidad, porqué aparece la ansiedad y porqué desaparecen la claridad mental y la productividad. Como ese sistema no se encuentra en la corteza cerebral, que es la sede del pensamiento, entonces no hay un trastorno del pensamiento, ni locura. Lo que hay es un trastorno de un sistema paralelo, el sistema reticular activador, que ya mencioné, que es la fuente de la fuerza para pensar. O sea que no tratamos la mente de la persona, aunque su productividad intelectual esté disminuida.