PAÍSES DESARROLLADOS TAMBIÉN SON VULNERABLES A LA CRISIS CLIMÁTICA

PAÍSES DESARROLLADOS TAMBIÉN SON VULNERABLES A LA CRISIS CLIMÁTICA

28 enero, 2020 0 Por Rene Davila
Tomar en cuenta el caso de Australia para replantear la política climática en México.

Australia fue clasificada con muy mal desempeño de entre 57 países evaluados.

La comunidad científica preocupada por incremento de tormentas gigantes.

Fuente: UNAM

La vulnerabilidad ante la crisis climática no es exclusiva de países con economías en transición o poblaciones empobrecidas; acontecimientos como los incendios en Australia, son un indicador de que naciones catalogadas como ricas también lo son, sobre todo, cuando sus funcionarios consideran irrelevantes los informes y políticas sobre el tema, afirmó Carlos Gay García, coordinador del Programa de Investigación en Cambio Climático (PINCC) de la UNAM.

El Índice de Desempeño frente al Cambio Climático (IDCC) 2020 (preparado por un grupo de expertos del New Climate Institute, la Climate Action Network y Germanwatch), analiza las acciones que en la materia llevan a cabo distintas naciones. En las categorías de emisiones, energía renovable, uso de energía y políticas, Australia fue clasificada con muy mal desempeño de entre 57 países evaluados. “Obtuvo la calificación más baja. El informe indica que el gobierno australiano ha empeorado su desempeño en política climática, por su posición contrastante y carente de ambición. A esto se suma su rechazo a los informes recientes del Panel Intergubernamental de Cambio Climático, no asistir a la Cumbre de Acción Climática de la ONU (septiembre de 2019), y retirarse del financiamiento del Fondo Verde para el Clima. En concreto, ha mostrado su indiferencia”.

Al interior del territorio se ha hecho presión por la inacción en política de cambio climático; el ministro de medio ambiente liberal de Nueva Gales del Sur, Matt Kean, fue el último en pedir objetivos más ambiciosos en cuanto a reducción de emisiones. En tanto, el exprimer ministro Malcolm Turnbull también instó al gobierno a actuar contra la amenaza a la seguridad nacional del cambio climático, que se ha convertido en el centro de atención nacional por la temprana y devastadora temporada de incendios forestales y la prolongada sequía.

Es importante tomar en cuenta el caso de Australia para replantear el alcance de la política climática en México, revisar la visión preventiva de la política forestal, el tratamiento que se le da a los incendios forestales, y analizar el primer periodo del Acuerdo de París. “La soberbia con la que algunos gobiernos minimizan la crisis climática, se ha convertido en uno de los principales reclamos de la generación de Greta Thunberg. Además, la avaricia y gula de la sociedad urbanoindustrial contrastan con la capacidad de preservar paisajes todavía abundantes en recursos naturales”.

Tormentas gigantes

Los incendios en Australia, un país considerado ‘rico’. “De acuerdo con información de la Oficina de Meteorología de Victoria, los incendios forestales de la temporada veraniega son tan inmensos que generan su propio clima en forma de tormentas gigantes, que provocan más incendios”. Los incendios originan nubes conocidas como pirocumulonimbus, que se desarrollan a altitudes de más de 16 kilómetros, y pueden contribuir a propagar los mismos a través de rayos, desprendimiento de brasas y la generación de fuertes corrientes de viento. Fotografías satelitales han mostrado el intenso humo que generan estas nubes, y su calor puede crear una corriente ascendente localizada, lo suficientemente potente como para crear cambios en la atmósfera superior. A medida que aumenta el calor y el humo, se genera una nube que puede enfriarse y crear otra nube grande e hinchada, llena de lluvia potencial.

El ‘frente’ de una nube de tormenta de pirocumulonimbus es tan energéticamente agudo, que cuando choca con una masa de aire normal fuera de la zona de fuego se generan rayos, y eso puede iniciar nuevos incendios. Si es lo suficientemente potente, una tormenta de este tipo puede generar un tornado de fuego, como el que ocurrió durante los incendios forestales de Canberra, Australia, en 2003. Los científicos han externado su preocupación por el posible aumento de estas tormentas gigantes en el mundo, impulsadas por temperaturas más cálidas e incendios más intensos, pues sus columnas son tan fuertes que incluso pueden arrojar humo a la estratósfera, de seis a 30 millas sobre la superficie de planeta.