
AMLO, SU REPUTACIÓN Y LA OPINIÓN PÚBLICA
6 febrero, 2019
Podría estar inaugurando una nueva forma de hacer política.
El mandatario tiene en su reputación su mejor arma para gobernar.
Fuente: IBERO
El presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ha tomado nota de la enorme legitimidad que le fue otorgada en las urnas, de la credibilidad y la popularidad con la que cuenta, y ha decidido utilizar su reputación como instrumento de presión para obligar a otros actores del sistema político mexicano a conducirse de la manera que él, pero sobre todo la opinión pública, consideran adecuada o correcta. Esto es, antepone su reputación a las acciones y reputaciones de otros, dejando a la opinión pública la última palabra en torno a quién tiene la razón.
Esta estrategia le permite remplazar, por el momento, el uso legítimo de la fuerza, privilegio con que cuenta todo Estado y, por tanto, todo gobernante que ha accedido a las urnas de manera democrática. Le posibilita también ejercer presión sobre diversos actores del sistema político incluyendo a su propio gabinete.
Apelar a su credibilidad le permite hacer llamados a la población en relación con algunos gobernadores que son abucheados por sus gobernados en eventos públicos, tratando de contrarrestar el rechazo popular de que estos son objeto, contraponiendo su propio prestigio ante la opinión pública.
Asimismo, le alcanza para presionar a los miembros de su propio gabinete en torno a presentar de manera pública su declaración patrimonial, cumpliendo así con su promesa de transparencia y rendición de cuentas, y para cuestionar a los expresidentes Ernesto Zedillo Ponce de León y a Felipe de Jesús Calderón Hinojosa.
El concepto ‘reputación’, como otros, puede ser definido de diversas maneras; sin embargo, es importante resaltar aquellos otros conceptos con los que se le asocia, entre ellos destacan: prestigio, fama, notoriedad, opinión. A partir de éstos, se podrían anotar algunas definiciones mínimas de reputación como: la opinión que se tiene de alguien; la consideración, opinión o estima en que se tiene a alguien; opinión sobre personas notables por alguna característica digna de ser resaltada. De esta manera, la palabra ‘reputación’ puede utilizarse para distinguir el prestigio y la fama construidos por un individuo en función de su actividad, trayectoria, comportamiento, acciones, valores o por ser protagonista de algún hecho relevante.
En política, la reputación es un activo necesario para el buen desempeño de las labores de gobierno; y es, al mismo tiempo, un producto del buen ejercicio público tal como lo considerara el gobernante romano Julio César, quien sostuvo que “la buena o mala reputación dependían principalmente del éxito”. Desde el punto de vista filosófico, la buena reputación fue considerada como una virtud para Sócrates, quien afirmó que “si quieres gozar de una buena reputación, preocúpate en ser lo que aparentes ser”; por su parte, Hesíodo, autor de Los trabajos y los días, advirtió del error de despreciarla: “Una mala reputación es una carga, ligera de levantar, pesada de llevar y difícil de descargar”. Visto así, la reputación “está hecha de dos materiales extremadamente volátiles: la coherencia -es decir, la correspondencia entre lo que se es y lo que parece ser- y el éxito, la culminación de los objetivos positivos que se persiguen”. (Reputación y liderazgo, Llorente y Cuenca).
Pero no son los políticos ajenos a su partido o a su gobierno los únicos a los que el presidente expone ante la opinión pública. Cabe decir, que la estrategia de reconocer a la opinión pública la posición de juez la aplicó López Obrador a los miembros de su propio gabinete, con el ultimátum lanzado para que presentaran su declaración de bienes, instándolos abierta y públicamente a hacer sus declaraciones. De tal manera que, de no hacerlo, no los juzgaría sólo el primer mandatario, sino que quedarían expuestos al ojo público, no dejando con ello espacio para la discrecionalidad o los acuerdos en privado, en caso de que alguno o alguna no quisieran hacerlo. El actual mandatario bien podría estar inaugurando una nueva forma de hacer política, afirma Ivonne Acuña Murillo, académica del Departamento de Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad Iberoamericana (Ibero).