CÁNCER DE TIROIDES EN GENTE JOVEN, 80% SON MUJERES
20 junio, 2018En México, tumores malignos de tiroides es del 7% en población general.
En el cáncer de tiroides, la edad más frecuente de aparición de los primeros síntomas (nódulos tiroideos benignos y malignos) se da entre los 25 a 35 años, con una prevalencia de 80% en mujeres; en cambio, en pacientes de mayor edad, la distribución hombre-mujer se vuelve homogénea, destacó Manuel Acuña Tovar, cirujano oncólogo.
A diferencia de otras enfermedades y tipos de cáncer, el de tiroides no puede prevenirse. Pero, es de los que tienen mayor tasa de curación si se le detecta en etapas tempranas, se hace un buen diagnóstico diferenciador y se recurre a las cirugías más avanzadas como las de mínima invasión.
La tiroides es una glándula interna (endocrina) que libera hormonas – tiroxina (T4) y triyodotironina (T3) – directamente al torrente sanguíneo para ayudar al cuerpo a utilizar la energía (metabolismo), mantener la temperatura corporal y a que el cerebro, el corazón, los músculos y otros órganos funcionen normalmente, por lo que es de las más importantes del cuerpo.
El principal síntoma en un paciente entre 30 y 40 años “es el crecimiento anormal, en la línea media del cuello, de una lesión no dolorosa, signo que representa la benignidad o poca agresividad de un tumor”. Sin embargo, en pacientes mayores de 60 años los primeros síntomas son ronquera o dificultad para hablar (disfonía), así como dolor y dificultad para tragar (disfagia) ya que, independiente de su tamaño, el cáncer de tiroides invade tempranamente tejidos cercanos de otros órganos como esófago o laringe.
Los estudios iniciales para su diagnóstico son el ultrasonido de cuello y tiroides para evaluar su estructura, así como un perfil hormonal tiroideo completo en sangre para ver su funcionalidad. Dependiendo de los resultados, a toda lesión sospechosa de malignidad, se le realiza una biopsia y se envía a revisión (citología). Frecuentemente, los resultados no son concluyentes, por lo que, en los últimos años, realizamos estudios moleculares para determinar la biología tumoral de la lesión.
El tratamiento quirúrgico es la principal herramienta terapéutica de las lesiones tiroideas. Dependiendo si son benignas o malignas, así como de su tamaño, se elige el tipo de cirugía, si es con un abordaje convencional, de mínima invasión, video asistidas con un endoscopio o con lo más reciente y avanzado, a través de una incisión en el carrillo de la boca (transoral) sin dejar cicatriz visible en el cuello.
Si bien, la cirugía (tiroidectomía) es pieza irremplazable en cualquiera de los tipos y etapas de este tipo de cáncer, el tratamiento se complementa con radioterapia externa convencional o interna como es el yodo radioactivo. Y se sabe que la quimioterapia tiene un papel menor, con pobres resultados, y se reserva para casos muy avanzados o con progresión.
El tratamiento conlleva necesariamente la extirpación total de esta glándula, por lo que el paciente requerirá un suministro externo de las sustancias tiroideas (terapia de reemplazo hormonal) de por vida, para cubrir la supresión de la tiroides.
Al terminar su tratamiento, el seguimiento continuo de los pacientes se hace a través de pruebas de sangre (tiroglobulina sérica, marcador con alta sensibilidad para vigilar una posible recurrencia), y un perfil tiroideo (para controlar y ajustar la terapia de reemplazo hormonal). Periódicamente se realizan estudios de imagen como ultrasonido, gammagrama con yodo o incluso de imagen (PET CT) en casos seleccionados.