LA AVIACIÓN RESPONSABLE DE 2% DE EMISIONES DE GASES DE EFECTO INVERNADERO
10 septiembre, 2018Se prevé que en los próximos años nuestro país cuente con dos biorrefinerías.
Fuente: Academia Mexicana de Ciencias
La flotilla mundial de aviones comerciales es de alrededor de 25 mil unidades y utilizan 140 billones de litros de turbosina al año, de los cuales, solo 12 millones de litros no son de origen fósil, es decir, corresponden a bioturbosina, un biocombustible producido a partir de la biomasa, materia de origen animal o vegetal susceptible de ser usada energéticamente.
Robert Boyd, gerente de Medioambiente de la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA, por sus siglas en inglés), informó que la aviación en el mundo contribuye con 2% del total de emisiones de gases de efecto invernadero, que representa unos 689 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2) al año.
En su participación la semana pasada en el Primer Congreso Nacional de Bioturbosina, Leonardo Beltrán Rodríguez, subsecretario de Planeación y Transición Energética de la Secretaría de Energía (Sener), recordó que en octubre de 2009 la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), organizó la Reunión de Alto Nivel sobre Aviación y Cambio Climático, en la que se aprobó un Programa de Acción para hacer frente a las emisiones de dióxido de carbono. Entre las acciones que se incluyeron en dicho programa están el crecimiento neutro de carbono a partir del año 2020 y la reducción de 50% de las emisiones de CO2 respecto a los niveles de 2005. Y, con el fin de cumplir con estas metas internacionales se ha invertido en el clúster bioturbosina, uno de los cinco capítulos que conforman el Centro Mexicano de Innovación en Bioenergía.
El cambio climático es uno de los principales retos a los que se enfrenta la comunidad internacional, por lo que la contribución de cada uno de los sectores, en particular del aeronáutico, para disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero se vuelve cada vez más relevante. “De ahí que tenemos el compromiso internacional del sector de la aviación para ser sustentable. La estrategia es promover el uso de combustibles y tecnologías limpias con una visión de largo plazo, la cual debe estar acompañada de un marco jurídico que permita en los próximos años tener dos biorrefinerías con capacidad de 750 millones de litros anuales de bioturbosina o combustible renovable de aviación”.
Se espera que la primera de las biorrefinerías esté lista para 2026, una vez que se haya confirmado la viabilidad del proceso, se elija la materia orgánica de origen vegetal o animal a partir de la cual se va a producir la bioturbosina, y que quede claro tanto la cadena de valor como la mejor vía para llevar este biocombustible al consumidor, en este caso las aerolíneas del país. La segunda biorrefinería está prospectada para 2030. Como beneficio del establecimiento de las dos biorrefinerías, permitirá reducir la dependencia de los combustibles fósiles, integrar a los productores agrícolas en la cadena de los bioenergéticos, diversificar la matriz energética y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
Alejandro Ríos Galván, director del Consorcio de Investigación de Bioenergía Sustentable establecido en Dubai en 2011, apuntó que a nivel internacional la bioturbosina se utiliza en miles de vuelos diarios y que en el mundo existen tres refinerías dedicadas a producir este combustible, una en Los Ángeles y otras dos en Finlandia. De tal manera que, conforme se establezcan más biorrefinerías en el mundo, se llegará a un punto en el cual, dependiendo del insumo, la tecnología de transformación y las políticas públicas establecidas en los distintos países, el precio bajará.
David Ríos Jara, responsable técnico del clúster de bioturbosina, que recibe apoyos de la Secretaría de Energía y del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, a través del Fondo de Sustentabilidad Energética, aseguró que México tiene mucho potencial en lo que se refiere a la biomasa que se puede utilizar para producir bioturbosina. “Los procesos que se pueden llevar a cabo para transformar la biomasa (en este caso plantas) en bioturbosina son varios y en el clúster estamos explorando dos, uno de ellos a partir de aceites obtenidos de plantas oleaginosas y otro con utilización de residuos lignocelulósicos de las plantas, los cuales transformamos en alcoholes, después en azúcares y finalmente a bioturbosina”.
Se están considerando como fuente de biomasa a las plantas del género Jatropha, la cuales crecen en zonas semidesérticas y no compiten con tierras que pueden ser destinadas a la producción de alimentos para consumo humano; a la higuerilla, que es parte del género Ricinus, que crece en diversas zonas de la geografía mexicana y no requiere grandes cantidades de agua; y al género Salicornia cuyas especies crecen en condiciones de salinidad.