CALIFICAR TODO COMO ACOSO SEXUAL

CALIFICAR TODO COMO ACOSO SEXUAL

17 mayo, 2018 0 Por Rene Davila

Discurso hegemónico sobre el acoso sexual.

Neoliberalismo y puritanismo.

Reproduce el victimismo sin ir al fondo del problema.

Fuente: Ibero

Primera de dos partes

Calificar todo como acoso sexual reproduce el victimismo del discurso hegemónico, sin ir al fondo del problema, en un contexto en el que las creencias y prácticas sexuales de grandes sectores de la sociedad siguen estando moldeadas por una doxa de raigambre religiosa, afirmó la antropóloga y feminista Marta Lamas Encabo. “Las mujeres tenemos en contra de nuestra autonomía sexual las creencias de la cultura judeocristiana, y en contra de nuestra seguridad la violencia estructural que provoca el neoliberalismo”, dijo en ‘Neoliberalismo y puritanismo. El caso del discurso hegemónico sobre el acoso sexual’, plática que impartió en la Universidad Iberoamericana (Ibero) Ciudad de México.

En términos legales, hay una mezcolanza en los códigos penales estatales mexicanos que usan tres definiciones distintas: abuso sexual, hostigamiento sexual y agresión sexual. Y al ver las definiciones, “muchos de los términos utilizados en los códigos penales expresan una concepción decimonónica: solicitar favores sexuales; o, sin el propósito de llegar a la cópula; o, móviles lascivos; atentado al pudor”.

La mala definición y el sobredimensionamiento de lo que significa acoso sexual, refuerzan el victimismo y producen reacciones punitivas, que llegan a vulnerar el debido proceso y la presunción de inocencia. Se debe ver qué hay debajo del rechazo. “Esta doble moral que supone que los requerimientos sexuales degradan la dignidad de la mujer. Esto responde a una idea tradicional de lo que deberían de ser las mujeres, seres humanos sin deseos sexuales; y produce reacciones adversas porque atenta contra el ideal cultural de castidad y recato de la feminidad”.

Duncan Kennedy, un abogado progresista estadounidense, y profesor de derecho en la Universidad de Harvard, muestra que los costos para las mujeres tienen que ver con lo que dejan de hacer, con el miedo a salir, con los malos ratos, con las restricciones. Y él lamenta que el abuso sexual sofoca y desincentiva las actividades de la fantasía, del juego, de la invención, del experimento; y se pregunta si los hombres y las mujeres heterosexuales van a ser capaces de vivir su sexualidad y sentir placer dentro de este régimen actual, sin colaborar con la opresión. 

Espacio laboral higiénico

Mencionó que la profesora, activista y abogada norteamericana Catherine Mackinnon, es la ideóloga principal del llamado ‘feminismo de la dominación’, tendencia que sostiene que las mujeres son una clase oprimida, que la sexualidad es la causa de dicha opresión y que la dominación masculina descansa en el poder de los hombres para tratar a las mujeres como objetos sexuales. 

En tanto, la catedrática de derecho y ciencias sociales en la Universidad de Yale, Vicki Schultz, critica un fenómeno que empieza a darse en las empresas, al que llama ‘el espacio laboral higiénico’ (the sanitized workplace), en donde toda la discusión de acoso sexual en el trabajo ha conducido a querer separar en el espacio laboral todo lo que huela o suene a una cuestión sexual, y, subrayó Lamas, “se han castigado transgresiones incluso cuando son amorosas, o son comentarios o son coqueteos”.

El impulso de esta ética laboral asexual se nutre de prejuicios respecto de personas a las que se considera muy sexualizadas, y esto muchas veces afecta a lesbianas y a hombres homosexuales, pero también a personas afroamericanas y latinas que deben de bajarle a sus comentarios, a su atractivo sexual o a sus expresiones sexualizadas para no ser estigmatizadas.