EDUCACIÓN MINIMIZA IDEOLOGÍAS DE ODIO

EDUCACIÓN MINIMIZA IDEOLOGÍAS DE ODIO

25 enero, 2022 0 Por Rene Davila

Foto: UNAM. Hay que instruir con la conciencia de que la condición humana es diversa y plural.

Fuente: UNAM

La memoria y el testimonio de las víctimas del Holocausto sirven para tratar de entender lo inentendible: el exterminio de seis millones de judíos, la matanza de millones de personas en el evento considerado la cumbre de la barbarie humana, y para reflexionar cómo se construye la indiferencia cuando vemos sufrir, aún hoy, a grupos de perseguidos y exiliados en el mundo, afirma la académica de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la UNAM, Judit Bokser Misses-Liwerant.

¿Hasta dónde puede llegar la condición humana? ¿Lo ocurrido en la Segunda Guerra Mundial fue una excepción? ¿Sucesos como aquel nos seguirán acompañando? Así como hay diferentes modos de discriminar, el genocidio no es sólo uno; la catástrofe fue singular, pero todos ellos son condenables, reprobables, y nos llevan a pensar cómo internalizamos situaciones y dejamos de percatarnos de su desarrollo progresivo.

La historia, continúa, tiene el fin de esclarecer qué sucedió y lo que puede volver a ocurrir. Por eso, el lema de exterminio del pueblo judío a manos de los nazis, “Nunca jamás”, también puede orientar a otras realidades donde ha habido persecución y matanza.

Con motivo del Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto, resalta el papel de la educación para minimizar las ideologías de odio. Es el mejor modo de conmemorar y honrar a quienes murieron, y perpetuar así esa remembranza; no podemos permitir que se diluya en lo efímero de una fecha. En un día como este debemos convocar a diferentes instancias de la sociedad y los gobiernos a que promuevan que la “solución final” de Hitler, no esté ausente cuando los niños y jóvenes estudian historia mundial.

En ese ámbito todavía tenemos un terreno amplio por explorar. Y ello es urgente cuando hoy, una de las expresiones del antisemitismo es, precisamente, la negación del Holocausto. “Hay grupos realmente discriminados en nuestra sociedad, en la forma más externa: material, cultural, social, como los indígenas o las minorías religiosas, pero también de formas más ocultas, no inmediatamente visibles, que tienen que ver con estereotipos y prejuicios.

Debemos preguntarnos si para respetar al otro tenemos que ser iguales, o si podemos aprender a vivir en la diferencia. La otredad es circular, y hay que educar con la conciencia de que la condición humana es diversa y plural”.

El 27 de enero se recuerda la liberación en 1945, por parte de las tropas soviéticas, del campo de concentración y exterminio de Auschwitz-Birkenau, el más grande; la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó oficialmente esa conmemoración en 2005. Cuando los soldados entraron al lugar “encontraron vivos solamente a algunos miles de prisioneros hambrientos. Había abundante evidencia del exterminio masivo.

Los alemanes habían destrozado la mayoría de los depósitos en el campo, pero en los que quedaban los soviéticos encontraron las pertenencias de las víctimas. Descubrieron, por ejemplo, cientos de miles de trajes de hombres, más de 800 mil vestidos de mujeres, y más de 14 mil libras de cabello humano” (Enciclopedia del Holocausto, United States Holocaust Memorial Museum, https://encyclopedia.ushmm.org/es). En los meses siguientes, las tropas soviéticas, británicas y americanas liberaron al resto.

Shoá

A pesar de que en la historia de la humanidad se han registrado matanzas y asesinatos, el Holocausto (Shoá, en hebreo) no tuvo precedentes. Dentro del nazismo, la persecución y exterminio del pueblo judío no fue algo marginal ni lateral, sino el eje de una serie de acciones intencionales y premeditadas para lograr ese objetivo. Aunque entre las víctimas también se encontraban gitanos, comunistas, homosexuales o prisioneros de guerra soviéticos, el pueblo hebreo fue el blanco central del régimen encabezado por Hitler. “La destrucción, el asesinato y la desaparición de la vida comunal fueron un fin en sí mismo, y un Estado canalizó sus esfuerzos, instituciones gubernamentales y capacidades industriales, tecnológicas, económicas y científicas, para cometer este atentado masivo”.

“Perecieron seis millones de judíos, cifra que constituye las dos terceras partes de los nueve millones que habitaban Europa antes de la Segunda Guerra Mundial, y un tercio de la población judía total en el mundo en esa época”. (El rostro de la verdad. Testimonios de sobrevivientes del Holocausto que llegaron a México. Dirección y coordinación del proyecto: Sharon Zaga Mograbi y Emily Cohen Cohen, Memoria y Tolerancia, A.C., 2003).

Los guetos (como los de Lodz y Varsovia, donde murieron 112 mil 463 personas de 1941 a 1942 por inanición y enfermedades); los escuadrones de fusilamiento (Einsatzgruppen), que asesinaron a un millón 200 mil judíos en los diferentes territorios tomados por los alemanes; o los seis campos de extermino, como el de Treblinka, donde fallecieron cerca de 870 mil hombres, mujeres y niños, fueron la culminación de ese proceso.