EL ‘ÁGAPE’ EN LA ENSEÑANZA Y EL APRENDIZAJE
14 mayo, 2019La calidad de la enseñanza es una condición ineludible para influir en un cambio social más justo y más humano.
Fuente: Ibero
Existe una gran preocupación ante la crisis de los valores que se manifiesta en parte, con el aumento rampante de la violencia en la vida ordinaria. No todo lo va a solucionar la Guardia Nacional, es necesario ir a la raíz de los conflictos éticos y jurídicos. El desafío desde la educación, es dar propuestas creativas a los retos actuales que agobian a nuestra sociedad. Una condición ineludible para poder influir en un cambio social más justo y más humano, lo constituye la calidad de la enseñanza, no sólo en los planes de estudio y en los textos escolares, sino también en la capacitación de los maestros.
Podríamos afirmar que, “saber es servir, saber es participar y compartir”. La comunidad académica desde la primaria hasta el posgrado debería estar preocupada y comprometida por los ideales de un mundo más humano y más justo. El maestro debe preocuparse por cada alumno, el cual, debe ser apreciado como un ser único, irrepetible, original, sin copia. Esto de ninguna manera significa aflojar en la disciplina o bajar el nivel académico. Al contrario, hay que impulsar al alumno a su superación para que desarrolle al máximo sus potencialidades. El alumno no es un extraño, es prójimo, próximo al maestro.
Otra importante característica de la educación es procurar la formación humanista: crear al hombre, hacerlo más humano, abrirse al despliegue de sus potencialidades. En concreto, tres aspectos llaman la atención del ser humano ante la naturaleza: el poder, la belleza y la grandiosidad. La actitud humana ante estos aspectos es explotar el poder de la naturaleza, experimentar gozo ante la belleza y admiración ante la grandiosidad.
Ésta, en general, no es considerada adecuadamente en la educación: ¿quién enseña el sentido de reverencia, asombro y admiración? Si el aprendizaje está exclusivamente enfocado a lo útil y productivo, podemos minusvalorar otras dimensiones sublimes y sutiles del saber. Todavía más, el poder, sin aprecio y reverencia por el hombre puede ser un peligro. El hombre moderno se puede convertir en un “animal-constructor-de instrumentos” para la satisfacción de sus necesidades, y no atender a lo sublime que se puede apreciar en la belleza, en la bondad y en la verdad.
Lo sublime, es la alusión de las cosas a su significado. Es aquello que las cosas en último término representan. Lo sublime lo encontramos en lo inmenso y poderoso, y en lo común y corriente: no sólo en los truenos y relámpagos, sino también en la lluvia apacible, no sólo en la violencia del volcán, sino también en el susurro de la brisa suave, no sólo en el tumulto del océano, sino también en la tranquilidad de la playa. No puede existir una verdadera educación sin luchar por alcanzar la excelencia. Ésta requiere una constante evaluación de fines, programas, recursos y métodos, a fin de lograr la efectividad en la creatividad. Es de suma importancia el ampliar nuestros horizontes y superando el círculo de la ignorancia, interesarnos por los problemas de los más necesitados y marginados de nuestra sociedad. Si no reconocemos nuestra ignorancia, perderemos nuestra sabiduría, sostuvo Víctor Pérez Valera, S. J., profesor emérito de la Universidad Iberoamericana (Ibero) Ciudad de México.