EN 20 AÑOS, AL DUPLICÓ MATRÍCULA UNIVERSITARIA PERO SACRIFICÓ CALIDAD

EN 20 AÑOS, AL DUPLICÓ MATRÍCULA UNIVERSITARIA PERO SACRIFICÓ CALIDAD

1 diciembre, 2020 0 Por Rene Davila

Foto: Internet. Una inclusión estratificada

En las primeras dos décadas de este siglo XXI, Latinoamérica incrementó notablemente su matrícula universitaria y pasó de tener una tasa de cobertura del 22% a 43% de los jóvenes que están en edad de cursar la educación superior. Actualmente, la región cuenta con 28 millones de estudiantes universitarios, dijo Marisol Silva Laya, directora de la División de Investigación y Posgrado (DINVP) de la Universidad Iberoamericana (Ibero) Ciudad de México.

Durante la presentación del Volumen L, número 3: septiembre-diciembre, de la Revista Latinoamericana de Estudios Educativos (RLEE), editada por la universidad, detalló que Brasil es el país donde se dio el mayor incremento, al pasar de 2.7 a 9 millones de estudiantes en las instituciones de educación superior. En México se incorporaron 1.9 millones de nuevos estudiantes al sistema en el mismo periodo.

El ritmo de crecimiento fue distinto en los países, debido a la capacidad económica, el crecimiento demográfico y la consolidación de la escolaridad previa propias de cada nación. La tasa de cobertura en educación superior también es diferente; Argentina tiene una del 90%, Chile 88%, Perú 71% y Uruguay 63%, que al superar el 50%, se considera que alcanzaron la universalización de la educación superior (según la clasificación de Trow). México, con una tasa del 40%, se ubica en una etapa de masificación, de acuerdo a la misma clasificación.

Esta expansión, que debe reconocerse como un logro importante, porque permitió que jóvenes pertenecientes a sectores sociales desfavorecidos pudieran tener acceso a la universidad, se dio por dos grandes vías: las políticas de equidad para ampliar el acceso a universidades públicas y la liberalización de la educación superior al sector privado. Se diversificaron y se incrementaron las instituciones públicas, pero no avanzaron en la imprescindible innovación organizacional y pedagógica, para dar cabida a grandes volúmenes de estudiantes no tradicionales con necesidades e intereses diversos.

La segunda de estas políticas provocó un crecimiento notable, desde los años de 1990, de la educación superior privada (que actualmente atiende al 54% de la matrícula en Latinoamérica). Proliferaron instituciones de absorción de la demanda, que no cuentan con los niveles necesarios para brindar una educación de calidad, que responda a las expectativas y necesidades de la población estudiantil.

“Entonces la reflexión que está en el fondo de estas dos vías de crecimiento es que, se privilegió el crecimiento cuantitativo y la ampliación de la matrícula, sacrificando los niveles de calidad”. Y aunque se están abriendo nuevas oportunidades de acceso a jóvenes históricamente excluidos de la educación superior, “es una inclusión estratificada, porque en su mayoría, estos jóvenes están asistiendo a instituciones que no tienen una calidad comparable con las instituciones tradicionales o convencionales, como las universidades nacionales”.

“Qué estamos entendiendo por justicia y por equidad en la inclusión en educación superior; ¿se trata solamente de un acceso, de abrir las puertas?, ¿o se trata de entender esas diferentes necesidades y expectativas que tienen los jóvenes en América Latina?”

En ese sentido, cuando nos preguntamos por el tema de justicia y equidad en la educación, nos estamos preguntando por la medida en que la educación realmente puede cumplir ese potencial transformador que está llamada a cumplir. Y que, finalmente, cuando se hace esta oferta de educación superior, también las nuevas generaciones lo que están esperando es una vía para modificar y transformar las condiciones de vida en las que están”.