TRES FORMAS DE SUMERGIRSE EN LA INVESTIGACIÓN

TRES FORMAS DE SUMERGIRSE EN LA INVESTIGACIÓN

22 mayo, 2023 0 Por Rene Davila

Foto: UNAM. Premio nacional de ciencias 2022.

Fuente: UNAM

El Premio Nacional de Ciencias recayó en el 2022 en tres universitarios: Annie Pardo Cemo y Roberto Escudero Derat en la categoría de ciencias físico-matemáticas y naturales; y Edda Lydia Sciutto Conde en tecnología, innovación y diseño, en este caso junto con Gustavo Mora Aguilera, de la Universidad de Chapingo.

En el Diario Oficial de la Federación, el gobierno federal informó que el Premio Nacional de Ciencias 2022 se otorga, a quienes por sus producciones o trabajos docentes de investigación o de divulgación hayan contribuido al progreso de la ciencia, tecnología e innovación. También señala que los galardonados en la edición 2022 fueron elegidos porque, “han realizado contribuciones notables en los diversos campos en los que se otorga este reconocimiento, lo que impulsa el progreso y la innovación en los ámbitos del saber”.

Cicatrices pulmonares

Annie Pardo Cemo es profesora emérita de la Facultad de Ciencias (FC), con 51 años de antigüedad en esta casa de estudios. Adscrita al Departamento de Biología Celular de la FC, en el Laboratorio de Biopatología Pulmonar de Enfermedades Fibrosantes, la científica investiga sobre los mecanismos celulares y moleculares involucrados en la patogénesis de las enfermedades fibrosantes de pulmón, y el papel de unas proteínas llamadas metaloproteasas de matriz en la fisiopatología de las enfermedades pulmonares crónico-degenerativas.

“Inicié mis trabajos de investigación estudiando cómo se acumula una proteína que forma cicatriz y cómo son sus mecanismos moleculares. Esto es la base de lo que son las enfermedades fibrosantes, que en el caso del pulmón se generan ante ciertas agresiones que causan heridas que luego cicatrizan. Pero el proceso de cicatrización no se detiene y la cicatriz sigue creciendo, produciendo una fibrosis que acaba destruyendo el órgano e impidiendo su función”.

El estudio de la cisticercosis

Al advertir que la cisticercosis es una enfermedad desatendida, estrechamente relacionada con la pobreza, Edda Sciutto Conde, investigadora del Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIBO), decidió enfocarse en su estudio.

A lo largo de los años, ella y su equipo han desarrollado tres versiones de una vacuna para el cerdo, animal que desempeña un papel crucial como hospedero intermediario en la transmisión de la parasitosis. La primera versión fue sintética; la segunda, recombinante y de menor costo; y la tercera, una versión oral desarrollada en células vegetales, específicamente en la papaya. Pese a los logros obtenidos, no se encontró interés por parte de varios laboratorios para su producción.

En la actualidad, la investigadora y su equipo trabajan en una cuarta versión oral que, además de brindar inmunidad, actúa como antiparasitario. La esperanza es que resulte económicamente más atractiva para los laboratorios farmacéuticos, logrando así su producción y disponibilidad en el mercado. Se espera tener éxito en el corto plazo, durante el transcurso de este año o el próximo.

Especialista en superconductividad

Han pasado más de 50 años desde que Roberto Escudero Derat inició su vida universitaria en la UNAM, primero como estudiante en la Facultad de Ciencias –de la que se graduó como físico en 1969–, y posteriormente como investigador de medio tiempo en el Centro de Materiales, ahora Instituto de Investigaciones en Materiales. A lo largo de esos años ha buscado impartir a sus estudiantes el interés por la ciencia y la importancia de ésta para el futuro del país.

Ha graduado cerca de 15 doctores, más de 30 maestros en Ciencia y otros treinta y tantos físicos, químicos e ingenieros. “También tengo muchos alumnos de posdoctorado que trabajan en varias partes del mundo. Me interesa tratar de formar estudiantes que sean buenos científicos, ingenieros, profesores”.

A los muchachos “que siento que tienen interés, definitivamente dedico mi tiempo para ellos y siempre lo haré. No doy una clase por semestre, doy cuatro o cinco clases por año, porque es mi obligación como académico”. “Algo que es importante en el Instituto es que tenemos equipos de baja temperatura de criogenia. Es el único laboratorio en México que tiene dos licuefactores de helio, dos licuefactores de nitrógeno, equipos para conseguir muy bajas temperaturas, un sistema para bajar la temperatura en el orden de 10 milésimas del cero absoluto. Todo se ha conseguido con años y años de trabajo”.