APROBACIÓN PRESIDENCIAL

APROBACIÓN PRESIDENCIAL

27 junio, 2019 0 Por Rene Davila
Como Morena es el partido con mayor cercanía, la aprobación del presidente es mucho mayor.

El papel de las casas encuestadoras en México.

La encrucijada de medir popularidad o desempeño.

Fuente: Ibero

La aprobación presidencial se ha convertido en un ejercicio para medir el capital político del gobernante en turno, sin embargo, por su propia naturaleza es una construcción social que ha puesto en jaque a las casas encuestadoras, respecto a los métodos y estrategias que deberían usar para conseguir indicadores que permitan el debate público.

Así lo expresaron expertos en demoscopía y académicos, durante la mesa de diálogo ‘Aprobación presidencial’, celebrada en la Universidad Iberoamericana (Ibero). Para Claudio Flores, de LEXIA Insights & Solutions, la discusión sobre la aprobación presidencial es necesaria, porque hay diferentes visiones de cómo se está midiendo este dato en nuestro país, sobre todo por las diferencias entre uno y otro respecto a un mismo tema, en este caso, la labor de Andrés Manuel López Obrador, presidente de México.

Lauro Mercado, director general de Mercaei, señaló que hoy tenemos un presidente con carisma, con buena imagen, en donde las políticas públicas o programas implementados se están dejando a un lado por parte de los ciudadanos, “es como cuando uno está enamorado, uno deja de ser crítico de la persona; el carisma funciona más o menos de la misma manera”.

Heide Osuna, directora general de Enkoll, afirmó que la aprobación presidencial permite medir el apoyo popular y el capital político del presidente durante su mandato. En el caso de López Obrador, sigue conservando buenos índices de aceptación. “La afinidad partidista juega importancia con la aprobación del presidente: como Morena es el partido con mayor cercanía, la aprobación del presidente es mucho mayor: actualmente, nueve de cada 10 personas que se dicen afines a Morena, dicen aprobar al presidente”.

Francisco Abundis, director de Parametría, dejó claro que la aprobación presidencial es una construcción social y no tiene una validación en la realidad. “Si estuviéramos revisando una elección presidencial, estaríamos viendo si nuestro último dato se parece al resultado final; la diferencia con lo que estamos discutiendo, es que la aprobación presidencial no tiene validación; por eso estamos preocupados por el método (para medirla)”.

Medir: de lo técnico a lo sociológico

Respecto a las críticas hechas a las encuestas que se publican en medios sobre aprobación presidencial por la diferencia de porcentajes, los representantes de casas encuestadoras dijeron que se le está dando un peso importante a los ejercicios telefónicos y por internet, métodos que por su naturaleza son excluyentes y con poca penetración.

Pablo Parás, director general de Data OPM y profesor de Georgetown, expresó que tenemos un problema: la prisa para hacer estos ejercicios, lo que implica sacrificar el control de calidad; además, cuestionó que las entrevistas cara a cara, el mejor de los métodos disponibles para levantar información, sucumban ante la voracidad por publicar información rápidamente.

Carlos Bravo Regidor, del CIDE, agregó un factor más: el uso del dato duro para evitar el debate e imponer una visión. “Todas las cosas que se hacen con el dato duro, es una sociología del dato duro, se convierte en el mandato popular, inequívoco, el cheque en blanco”; es usar la ciencia para “obligar, acallar o hacerse obedecer”.

El coordinador del CeX, Juan Carlos Henríquez, criticó que las encuestas estén evaluando la aprobación en términos de popularidad y no de desempeño, ya que este último tiene que ver con indicadores fijos que arrojan instituciones, mientras que el primero sólo determina el capital político del gobernante. “Pensar que la legitimidad consiste en popularidad; la legitimidad no la da la mano alzada”. Por ello, las encuestas no tienen utilidad, “no sirven para nada, no cambian una decisión política, no inciden, y menos ahora, en un cambio en el gobernante. Es de altísima inutilidad social, pero paradójicamente, de altísima uso social”.

Finalmente, Claudio Flores, estimó que estamos viviendo un fenómeno de polarización, en donde nos estamos desacostumbrando a lidiar con el otro, “no sabemos qué hacer cuando nos enfrentamos a alguien que piensa totalmente diferente a nosotros. Nos encerramos en jaulas porque seguimos a los que piensan como nosotros y bloqueamos a los que piensan diferente”.