AVANCES Y RETROCESOS EN REFORMAS DE SALUD EN MÉXICO Y CHILE

AVANCES Y RETROCESOS EN REFORMAS DE SALUD EN MÉXICO Y CHILE

22 abril, 2022 0 Por Rene Davila

Foto: Internet. En 2018 en México, 69% de las recetas se surtieron completas.

Fuente: Ibero

Como México y Chile coinciden en que el acceso a la salud inicialmente estaba muy vinculado a la incorporación laboral de los jefes de los hogares, investigadores decidieron hacer un comparativo entre ambos países para: analizar los efectos de las recientes reformas de salud sobre el universalismo, comparar los avances en la construcción de sistemas de salud auténticamente universales, y visualizar opciones de cambio para mejorar la cobertura, generosidad y equidad de la provisión de los servicios de salud.

Avances y retrocesos en las reformas de salud en América Latina: Los casos de Chile y México es el nombre de la investigación realizada por el doctor Ricardo Velázquez Leyer, académico de la Universidad Iberoamericana (Ibero) Ciudad de México, y la doctora Pamela Bernales Baksai, docente de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) Chile.

La doctora Bernales dijo que, desde finales de los años 90 y principios del 2000, en distintos países de la región se han implementado reformas orientadas a buscar el universalismo en salud, pero siguiendo distintos caminos. De acuerdo con Martínez Franzoni y Sánchez Ancochea, el universalismo en salud involucra tres dimensiones: cobertura masiva, es decir, que llegue a toda la población o al menos a la gran mayoría; servicios suficientemente generosos, o sea, que tengan la calidad necesaria y suficiente; y equidad en la cobertura y generosidad, es decir, que la calidad de los servicios sea similar para los distintos grupos de población y no existan variaciones asociadas a la posición que las personas ocupan dentro de la estructura social.

El doctor Ricardo Velázquez mencionó que los esquemas de seguro social basados en el acceso a la salud de acuerdo con la categoría laboral del jefe o jefa de familia llevaron a la creación de programas fragmentados, con diferentes tipos de servicios para distintas categorías de trabajadores y sus familias, y excluyeron a grandes sectores de la población, básicamente cualquier persona carente de una relación formal de trabajo.

Estos programas de seguro social se financian con contribuciones de los trabajadores, empleadores y el Estado. Para el resto de la población no se ofrece mucho, sólo algunos servicios mediante copago y focalizados en algunas ciudades, pero en realidad no hay un programa que busque cubrir a ese sector de la población que estaba fuera de los seguros sociales, y que nunca dejó de ser de aproximadamente el 50% de la población.

En 1980 una reforma de salud en Chile introdujo la provisión privada dentro del sistema público, lo que crea un sistema dual público-privado. En Chile todas las personas trabajadoras, empleados(as) o autoempleados(as), deben contar con un seguro de salud, financiado por ellos mismos; y para los grupos vulnerables o personas que no tienen la capacidad de pagar un seguro, el Estado cuenta con un régimen subsidiado. Es así como en 2019 la cobertura del sistema de salud chileno fue del 96%, con un 79% de la población que cuenta con un seguro público y 17% con un seguro privado.

Esta cobertura masiva en México es menor, al alcanzar a un 82% de la población en 2017. No obstante, lo más grave no son las limitaciones de la cobertura, sino más bien el que mucha gente no usa los servicios públicos debido a problemas de calidad y acceso. Por eso, aunque la gente esté afiliada al IMSS o al ISSSTE recurre a servicios privados de salud; es así como en 2020 el 56% de quienes buscaron atención médica lo hicieron en el sector privado.

Los investigadores plantean que esas brechas de equidad persistentes en los dos países tienen mucho que ver con la introducción y presencia del mercado en el acceso a los servicios de salud. Al estar poco regulada esa presencia del mercado, el acceso a la salud muchas veces termina dependiendo de la capacidad económica que tengan los hogares o las personas. Luego entonces, a mayor capacidad económica, las personas pueden resolver las deficiencias del sector público en el sector privado. Y quienes no tienen la capacidad económica deben conformarse con acceder al sector público o a servicios bastante limitados y deficientes del sector privado.

Para avanzar hacia un auténtico universalismo en la salud, se requiere que haya una cobertura de toda la población o al menos de la mayor parte; así como una acción enérgica por parte de los Estados para aumentar la generosidad de la oferta pública, es decir, brindar servicios públicos de suficiente calidad y que estén disponibles para la población, para así evitar que el acceso a los servicios necesarios dependa de la capacidad económica de los hogares.

Eso también requiere la regulación de las opciones de mercado, lo que no quiere decir que se tengan que eliminar. Significa avanzar en la equidad de la calidad de los servicios que están disponibles para los distintos grupos de la población, para que si bien, puede haber grupos que sigan prefiriendo acceder a través de opciones privadas, eso no signifique que ellos tienen acceso a un mejor servicio de salud, puntualizó Pamela Bernales.