EL 24 DE JULIO SE DIO POR TERMINADO EL ÚLTIMO BROTE DE ÉBOLA EN LA REPÚBLICA DEMOCRÁTICA DEL CONGO

EL 24 DE JULIO SE DIO POR TERMINADO EL ÚLTIMO BROTE DE ÉBOLA EN LA REPÚBLICA DEMOCRÁTICA DEL CONGO

25 julio, 2018 0 Por Rene Davila
Tenemos que ayudar a los países a reforzar sus sistemas de salud.

El mundo esperaba de la OMS mucho más de lo que pudo dar.

En la RDC mueren cada año 300 000 menores de 5 años por neumonía, paludismo o sarampión.

Fuente: OPS/OMS en México

Este ha sido el noveno brote de ébola en la República Democrática del Congo (RDC). De hecho, fue el primer país que tuvo que enfrentarse al ébola: el virus se identificó allí en 1976. Sin embargo, este brote fue diferente. Los anteriores estuvieron confinados en zonas rurales aisladas, pero este afectó a cuatro lugares distintos, entre ellos Mbandaka, una gran ciudad conectada con la capital, Kinshasa, y sus más de 10 millones de habitantes, y con Bangui y Brazzaville, capitales de dos países vecinos. Además, la propagación pudo verse facilitada por el hecho de que hubo profesionales sanitarios infectados.

Desde el primer brote de ébola, en 1976, han muerto por esta causa más de 11 000 personas. Sin embargo, en la RDC mueren cada año 300 000 menores de 5 años por causas en su mayoría prevenibles, como neumonía, paludismo o sarampión. Ahora mismo el país se enfrenta a un brote de poliomielitis y otro de cólera. Se ha parado el ébola, pero no podemos quedarnos aquí. La mejor defensa ante brotes mortíferos consiste en invertir en sistemas de salud fuertes, que los prevengan o los detecten y contengan rápidamente. En este sentido, la cobertura sanitaria universal y la seguridad ante las emergencias sanitarias son dos caras de la misma moneda. Necesitamos equidad en la salud mundial, y para ello hay que mejorar la atención primaria básica en países frágiles y vulnerables como la RDC.

Ahora que termina este brote y nos preparamos para el siguiente, ocurra donde ocurra, tenemos dos enseñanzas claras que nos orientan. Primero, hemos demostrado que podemos salvar vidas humanas, y evitar que los brotes queden fuera de control si actuamos rápido y de forma decisiva, con un fuerte liderazgo de la OMS y de las autoridades locales, con un funcionamiento conjunto del sistema de las Naciones Unidas, con una buena coordinación y colaboración entre los asociados, y con una financiación suficiente de los donantes. Segundo, tenemos que ir más allá de la respuesta a corto plazo y ayudar a los países a reforzar sus sistemas de salud. La preparación de los países y las regiones ante las emergencias, no da titulares de portada, pero es lo que nos da seguridad ante el ébola y otras enfermedades mortales.

Una de las muchas enseñanzas dolorosas que se extrajeron de la devastadora epidemia de 2014 en África Occidental, fue que el mundo esperaba de la Organización Mundial de la Salud (OMS) mucho más de lo que pudo dar. Desde entonces se ha trabajado duro para asegurar de que el mundo esté mejor preparado no solo ante el ébola, sino también ante los muchos patógenos que, como los virus gripales pandémicos, suponen una gran amenaza y pueden cruzar en cualquier momento la barrera entre especies (de los animales a los humanos).

Esta vez, cuando el ébola volvió a golpear la RDC en mayo, la OMS estaba preparada. A las pocas horas de la confirmación de los primeros casos, se asignaron más de US$ 2 millones del Fondo para Contingencias relacionadas con Emergencias, y desplegado un equipo sobre el terreno. Poco después había más de 250 personas sobre el terreno —epidemiólogos, logistas, clínicos, gestores de datos, antropólogos y planificadores— colaborando con los equipos del Gobierno de la RDC y los asociados. La Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en la RDC y el Programa Mundial de Alimentos pusieron a disposición aviones y helicópteros para trasladar personas y suministros. Además del sistema de las Naciones Unidas, otros asociados, como médicos sin fronteras y la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, también actuaron rápidamente, y los países donantes respondieron plenamente a la petición de fondos en un par de semanas.

Juntos se ha hecho un mejor uso de los instrumentos contra el ébola: una fuerte vigilancia para asegurar por dónde se estaba propagando el virus; la colaboración de la comunidad para asegurar la seguridad de las inhumaciones y el conocimiento de los síntomas, y el tratamiento de los enfermos para evitar una ulterior transmisión. Además, había herramientas de las que no se disponían antes, como una nueva vacuna y, potencialmente, nuevos fármacos.

En la fase final del brote de 2014, la OMS utilizó con notables resultados una vacuna en fase de investigación desarrollada por investigadores canadienses y cuya licencia es propiedad de Merck & Co. Ninguna de las personas vacunadas se infectó. En consecuencia, Gavi, la Alianza para las Vacunas —un organismo mundial de adquisición de vacunas— comprometió hasta US$ 300 millones para comprar dosis de la vacuna, después de su aprobación por los organismos de reglamentación. Este último brote apareció antes de que se hubiera obtenido la aprobación, pero Merck donó rápidamente cantidades importantes para que la OMS las utilizara en el contexto de un protocolo de uso compasivo. Es la primera vez que se ha utilizado una vacuna como uno de los grandes pilares de una respuesta al ébola.

Esto no fue tarea fácil: la vacuna debe conservarse a temperaturas entre -60 y -80 oC prácticamente hasta el momento mismo de su administración, lo que representa una enorme dificultad en una zona remota de selva tropical sin carreteras pavimentadas ni electricidad. Se inició la vacunación a las 2 semanas de la declaración del brote. En una demostración de solidaridad regional e internacional, el Gobierno de Guinea envió a más de 30 vacunadores que habían participado en el ensayo clínico realizado en su país, para que ayudaran en la campaña de vacunación.