INNOVACIÓN EDUCATIVA

INNOVACIÓN EDUCATIVA

7 septiembre, 2019 0 Por Rene Davila
Entre tecnología y educación se corre el riesgo de darle más peso a la primera y olvidar la segunda.

Las herramientas tecnológicas y la educación son compatibles y complementarias.

Acceso de docentes a herramientas tecnopedagógicas.

Fuente: Ibero

Para que haya innovación educativa se necesitan cambios en las creencias y en los presupuestos pedagógicos de los profesores, dijo Ana María Berruecos Vila, titular de la Dirección de Enseñanza y Aprendizaje Mediados por Tecnologías (DEAMeT), de la Universidad Iberoamericana (Ibero) Ciudad de México.

Dicha idea, del académico Arturo Barraza Macías, fue retomada ayer por Berruecos, en “La transición digital y la importancia de la formación docente en la misma universidad”, la conferencia de apertura que impartió para dar inicio formal a las actividades del foro ‘Docencia universitaria y tecnologías digitales: una mirada reflexiva’, organizado por la DEAMeT. En su disertación, mencionó que otros autores señalan que, para que haya innovación educativa, se requieren cambios en la manera de ver las cosas, en los conceptos y en los enfoques -las maneras de hacer las cosas-; y para ello, dicen, hay que hacer una revolución cultural a la educación, dentro de la educación, y a tres niveles.

  1. Epistémico. En este primer nivel se debe entender que en el momento en que aparecieron internet y todos los buscadores de información, los saberes se externalizaron, es decir, que el docente dejó de ser el depositario único de la información, pues cualquier persona con acceso a la red puede tener acceso a la información. “Información; no estamos diciendo conocimiento”, aclaró Berruecos.
  2. Pedagógico. Es el cambio de paradigma en el que el estudiante se volvió el centro, y quien se busca que se vuelva autónomo y sepa autorregular su aprendizaje, el cual debe ser a lo largo de toda la vida y en entornos no sólo formales, sino también informales.
  3. Profesional. Donde el docente tiene que entender que hay un cambio de rol, donde él pasó de ser un sabio en el estrado a un guía al costado.

Además de esos tres niveles, abundó que en la actualidad la innovación educativa también conlleva integrar las herramientas digitales, lo que llaman ahora digitalidad, que “es un marcador cultural; porque abarca no sólo los instrumentos y las herramientas con las que estamos manejándonos, sino también los sistemas de significación y comunicación, y eso es lo que nos hace ahora diferentes a las culturas que había antes, más relacionadas con procesos analógicos”.

Como en esa dicotomía entre tecnología y educación se corre el riesgo de darle más peso a la primera y olvidar la segunda, ambas se tienen que mezclar, para obtener un enfoque tecnopedagógico, en el que las herramientas tecnológicas y la educación son compatibles y son complementarias, “y se puede trabajar encontrando un equilibrio entre las dos”.

Ese enfoque tecnopedagógico significa que, si se quieren cambiar los sistemas de significación y de comunicación, y con ello van a cambiar las interacciones y las representaciones, se tiene que dar acceso a los docentes a esas herramientas y a esos códigos tecnológicos. “En el momento en que el docente está frente a estos códigos nuevos, los conoce, los analiza, los reflexiona, los puede ver de manera crítica y puede ver de qué manera los integra a su cultura docente. Y entonces de esta manera podemos tener un cambio en los conceptos y en los enfoques (de la educación)».