QUÉ FÁCIL ES MORIR EN MÉXICO

QUÉ FÁCIL ES MORIR EN MÉXICO

28 abril, 2019 0 Por Rene Davila
Los puestos se reparten a partir de relaciones de amistad.

La racionalidad no vive sus mejores tiempos.

Del asesinato a la negligencia criminal.

Fuente: Ibero

No bien acabamos de asimilar el horror que genera la enorme cantidad de homicidios que se cometen diariamente en México, alrededor de 94, hasta hacer un total de 11 mil 360 personas asesinadas en el país de diciembre de 2018 a marzo de 2019, cuando nos enteramos de la muerte de una mujer en la estación Tacubaya en razón de una evidente negligencia criminal. Casi nadie se salva, alguien muere por la falta de “entrenamiento”, sensibilidad, sentido común, conocimiento, inteligencia, “aplicación de los protocolos de acción” de quienes deberían resguardar la seguridad de las personas que utilizan el Metro para dirigirse a diversos destinos.

A las 07:00 horas del sábado 16 de febrero, María Guadalupe Fuentes Arias, de 56 años, sufrió un infarto cerebral en los andenes del Metro Tacubaya. Fue socorrida por miembros de la Policía Bancaria e Industrial y llevada en camilla a las oficinas de la estación en donde permaneció por espacio de tres horas. Después de este tiempo, la jefa de estación, ordenó fuera sacada de las instalaciones. Conviene aclarar, que la decisión de la jefa de estación respondió a la valoración hecha por los paramédicos de la Unidad de Protección Civil de la alcaldía Miguel Hidalgo, que dentro de un cubículo de la jefatura de la estación atendieron a la mujer. “Estado etílico y consumo de enervantes” fue el diagnóstico, por lo que después de aplicarle suero se negaron a trasladarla a un hospital argumentando que en tres horas ella podría salir por su propio pie, ignorando el hecho de que en una de sus muñecas traía un brazalete médico en el que se indicaba su condición, como afirmara uno de sus hijos. La mujer fue trasladada al Hospital General Regional 1 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), en donde murió el martes 19 de febrero.

Algunos cuestionamientos:

Primero, ¿bajo qué criterios se elige a los jefes de estación en el STC? ¿Quién certifica la preparación del personal de seguridad y médico, que brinda apoyo tanto dentro del Metro como en las alcaldías, en este caso la Miguel Hidalgo?

Segundo, ¿situaciones como estas responden a malas decisiones administrativas y de gobierno, en las que los puestos se reparten a partir de relaciones de amistad y lealtad, y no en función de la preparación e idoneidad de las personas?

Tercero, ¿qué pasó por la cabeza de la jefa de estación para ordenar que la mujer fuera sacada de las instalaciones del Metro, cuando a pesar de pasadas las tres horas seguía inconsciente?, y ¿por qué ninguno de los policías que cumplieron sus órdenes fue capaz de proponer una solución alternativa? ¿A nadie se le ocurrió pedir una nueva valoración?

Cuarto, suponiendo que la mujer estuviera tomada y drogada, ¿no merecía ser protegida y cuidada hasta que estuviera en condiciones de marcharse?

Quinto, ¿puede adjudicarse el comportamiento criminal de la jefa de estación y los cinco policías, así como la falta de preparación de los paramédicos, simplemente a un error de juicio?

Sexto, ¿lo ocurrido a María Guadalupe es un indicio de una sociedad en proceso de descomposición en el que la prudencia, la compasión y la solidaridad se han convertido en bienes escasos?

Séptimo, ¿la actuación de las personas implicadas en este crimen imprudencial, va más allá de un mero error y es producto de un proceso en el que el coeficiente intelectual humano está en caída libre? Estudios hechos en Dinamarca, Gran Bretaña, Francia, Holanda, Finlandia y Estonia, por Ole Rogeberg investigador de Ragnar Frisch Centre for Economic Research (Noruega), confirman una disminución de siete puntos del coeficiente intelectual (CI) por cada generación a partir de 1975. La investigación fue publicada por Proceedings of the National Academy of Sciences. Esta caída contrasta con el Efecto Flynn, nombre con el cual se designó al alza contínua del CI, de tres puntos cada diez años, que tuvo lugar en la primera mitad del siglo XX de manera global.

La racionalidad no vive sus mejores tiempos. Se puede observar no sólo en la falta de capacidad para tomar decisiones apropiadas, sino en la insensibilidad que lleva a aberraciones como disparar en repetidas ocasiones a un bebé de un año, quien estaba en brazos de su madre, como si se tratara de una práctica de tiro al blanco (Caso Minatitlán), disolver cadáveres en ácido (el caso del llamado ‘pozolero’).  Ahora resulta que debemos cuidarnos no sólo de quien pretende arrebatarnos nuestras pertenencias, violarlos, herirnos, balacearnos, sino de quienes ostentado un cargo público no están preparados para brindarnos apoyo en caso de una emergencia, ni para responder de manera adecuada a casos como el narrado.

El titular de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) de la Ciudad de México, Jesús Orta Martínez, justificó la actuación de los policías al decir que “en algunos casos tiene que ver con protocolos de actuación que no son dolosos”.

Medidas en caso de accidentes.

  1. Si sospecha usted que puede ser víctima de un simple desmayo, infarto -cardiaco, cerebral o pulmonar-, ataque epiléptico, o cualquier otra cosa que se le parezca traiga en la frente, sí en la frente, el aviso correspondiente (ya vio que una pulsera no basta), además de datos que permitan contactar a su familia o amigos en caso de que usted ya no pueda hablar.
  2. Asegúrese de portar un manual básico con las instrucciones precisas sobre lo qué deben hacer los empleados, funcionarios, policías, paramédicos que le asistan en caso de necesitarlo.
  3. Procure que la redacción del texto sea lo más simple posible, de preferencia use dibujos, como peras y manzanas, para asegurar que quien lo lea no tenga dudas sobre lo que deba hacer en caso de ser necesario.
  4. Numere los pasos a seguir, por ejemplo: 1. Si no puede usted cargarme, solicite una camilla y el apoyo de otro compañero. 2. Lléveme al servicio médico, en caso de haberlo. 3. Busque entre mis ropas o bolsas los datos de un familiar o amigo y llámelo. 4. Indíquele en qué lugar estoy y en qué condición. 4. De ser posible, llame usted una ambulancia para que reciba yo los primeros auxilios en caso de que no haya una persona entrenada para hacerlo… Así hasta llegar a la penúltima indicación: Bajo ninguna circunstancia aplique usted el ‘protocolo no doloso’ de abandonarme en la calle para que me asalten y me dejen morir.
  5. Para evitar cualquier contingencia, provocada por una decisión ‘estúpida’ de quien debía protegerle, cierre usted el manual diciendo: En caso de que usted, compañeros o superior decidan abandonarme a mi suerte, guarde mis cosas en lugar seguro y por ahí encárgueme con el primero que pase, tal vez esa persona si conozca los ‘protocolos de acción no dolosos’ y esté capacitada para saber qué hacer en esos casos.
  6. No olvide agradecer cumplidamente la atención prestada a su solicitud.

No debemos olvidar que hoy, más que nunca, morir en México, en razón de la violencia sin sentido o por la estupidez humana, es un riesgo que no podemos ignorar, alertó, el pasado viernes 26, Ivonne Acuña Murillo, académica del Departamento de Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad Iberoamericana (Ibero).